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Mostrando entradas de abril, 2011

Punto de inflexión

Esa frase que dice... " La vida se vive hacia delante,pero se comprende hacia atrás " , tiene demasiada razón. Tiene más razón que los libros de matemáticas o de medicina, que las abuelas ancianas, que los locutores de radio. Por tener, tiene más razón que el ateísmo, que los que defienden que es bueno comer un trozo de chocolate y beber un vaso de vino al día, que los vegetarianos. Tiene más razón que los reyes magos (si existieran), que el profesor Dumbledore, que el dolor de cabeza, que el amor. Tiene toda la razón concentrada del universo y más, pero es absolutamente irreversible; ningún humano puede alterarla y comprender la vida antes de vivirla. Ni siquiera las sabias abuelas, ni los locutores de radio, ni un Dios ateo, ni un médico o un matemático vegetariano, ni los reyes magos ni  el rey Dumbledore, ni los que defienden que es bueno comer un trozo de chocolate y beber una copa de vino al día. Ni siquiera yo, que mi cabeza muere del dolor de amor por ti.

En la misma carretera

Los cuerpos maceraban al sol, tumbados en el asfalto caliente y seco. Eran dos chicos y una chica, típica historia americana de carretera y verano, de aventura impulsiva que lanza a los jóvenes a escapar, con el ruido de un motor, del ruido de sus propias vidas. Había llegado el fin unas semanas atrás. Fin de la primavera, fin de una era de luz y color. El año en que se cumplen los dieciocho es uno de los más importantes para una persona cobarde. Se acabó la posibilidad de esconderse tras el muro paterno, adiós a la seguridad del hogar… ¿tampoco tú estás preparado para enfrentarte en solitario a tus miedos? Así que a principios del verano, embutieron shorts y camisetas en un par de macutos, cogieron el dinero ahorrado y el coche de segunda mano de ella, y dejaron sordas de un portazo a las puertas de sus respectivas casas, y dentro a unos padres ciegos y también sordos, que nunca habían escuchado los lamentos callados de sus hijos adolecentes ni habían sido capaces de

Caligrafía inicial de agua

Ella sentía que no pertenecía a ninguna parte. Y así era. Cuando le sobrevenía esa sensación, no podía más que sentarse con las rodillas cruzadas y la espalda apoyada en el aire y llorar. Llorar hasta que el sonido de los sollozos lo calmase todo, llorar hasta que se le olvidara el motivo por el cual lloraba. Llorar y ahogar la pena, porque esa frase hecha no es una metáfora, sino una realidad terapéutica. Ella era una persona paradójicamente dependiente, pese a saber que nadie dependía de ella; pero no lograba entender que el resto de la gente no supiera de la reciprocidad. El mundo tenía oscuros secretos que ella no conocía, porque cuando los empezaba a desvelar, otra tela negra caía sobre ellos ensombreciéndolos más y más. Y así nacían las mentiras que la rodeaban, algunas de ella podridas hasta la hipocresía. El agujero de lágrimas que la absorbía cuando sentía que se acababa el mundo solía empezar por un problema pequeñito, alguna tontería que hería su fina coraza.