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Mostrando entradas de febrero, 2014

A tu nombre le falta mi voz

A tu nombre le falta mi voz. A tu aliento le falta mi eco. A tus manos les falta mi cuerpo. Faltan tantas cosas que ya no queda nada, ningún resquicio donde resarcirme de tanta pérdida desbocada. Desbocada. Como un caballo al que le desregalan unos dientes para morder del árbol del pecado tu manzana. A tu futuro le sobra mi pasado. A tu espalda le sobran seis arañazos. A tus cartas les sobra mi remitente. Y aún, aún en este vacío tan candente las sobras de una pasión refulguran asfixiadas. Asfixiada. La llama que no quisimos ver lamida ha mutado y a sí misma hoy se llama, se pone en espera, y se apaga.

La ratonera

Al principio no fui capaz de desentrañarlos y los ruidos simplemente se sucedían a distintas horas del día, pero poco a poco he ido dándoles forma y asignándoles una historia. Podemos decir que habito en una suerte de caja rectangular, en la que a veces me siento como un ratón compartiendo espacio con otros roedores, los pasillos de mi edificio son largos y llenos de puertas que amplían esa sensación de ratonera. Esos otros ratones hacen algunos ruidos, y aunque antes me importunaban, he tomado por costumbre adornarlos y transformarlos en sonidos llenos de literatura, nostalgia y sonrisas. Desde el techo me llegan pulsaciones de tacón de aguja, normalmente a mediodía, durante un rato bastante largo. He pensado alguna vez en sacar mi vena filantrópica y regalarle a la desconocida un par de mullidas zapatillas, pero no puedo dejar de deleitarme en ese latido tan armónico y bien pausado, como si en verdad estar en su casa con tacones durante dos horas fuera la cosa más cómoda del

#13 La ladrona de libros. (Biblioteca de cámara)

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Huyo de las etiquetas de "Best Seller" y de las adaptaciones cinematográficas, pero el título de este libro me perseguía desde hacía tiempo; a veces el título consigue por sí mismo lo que no hace una sinopsis. Y si está en este rincón, es porque me ha encantado. No puede no hacerlo un libro que incluye cosas como ésta: "He odiado las palabras y las he amado, y espero haber estado a su altura". Fuera, el mundo aullaba. La lluvia estaba sucia. Para mí, lo original de este libro (a parte de la narradora, una dama muy letal), es que no trata la Segunda Guerra Mundial de forma directa, no muestra su crueldad y su horror gratuita y forzadamente, sino que el conflicto y su crudeza se dejan entrever a través de los ojos inocentes de la protagonista, de las historias que se suceden en las calles de su ciudad, en los personajes que la acompañan en esta época tan dura que se nos retrata. Esos personajes son un desfile variopinto de voces, muchas de ellas entrañab

Reset

Creo que tampoco estoy pidiendo nada del otro mundo, ¿no? Sólo necesito un poco de paz, por favor; de tranquilidad. No estoy solicitando una eutanasia, sólo quiero un sueño temporal, pero uno de verdad, en el que pueda descansar enteramente. He probado a bloquear el whatsapp, a desactivar mi cuenta de facebook,  desinstalar twitter y cerrar el resto de mis redes sociales. He apagado el móvil y dejado al ipad sin batería, he bajado los plomos y me he metido en la cama tapada hasta arriba. Pero el problema radica en que al disco duro de mi cabeza no se le acaban las pilas y no puede dejar de pensar, de evaluar, de sentir. Este ordenador que es mi cuerpo está agotado de ordenar y de ordenarse; se encuentra bajo mínimos, en números rojos, pero por algún motivo que desconozco, por mucho que note mi cansancio extremo, es incapaz de traspasar ese 1%, aunque la pantalla no tenga ya brillo y pida a gritos con un mensaje de urgencia que me conecte al cargador. No tengo cargador, al menos

En el hueco de tu silencio

Tu ciudad sigue con sol y sin jactancia  siempre esperándote Mario Benedetti. ¿Cómo suplo el hueco de silencio que has dejado? Me encorvo aquí tan solo, ciego, sordo. Las paredes de esta casa se pueblan de fisuras y no hay tiritas en el botiquín abandonado a su suerte en el lavabo, donde descansan aún tus restos de carmín que me resisto a limpiar. El olvido es una mancha en el espejo del baño; el espejo, un traidor que me escupe un retrato cincelado de grietas y de arrugas, donde una vez se vieron risueños nuestros rostros. De noche escucho los pasos de otros, los gemidos de otras, un televisor encendido y algunos gritos lejanos. A veces pienso que el que grita soy yo, pero estoy tan afincado en el hueco de tu silencio que no me sé reconocer en otros sonidos que no sean los que tú escuchaste de mí. Me afano en poner tildes a los versos, en corregir gramáticas y necedades, mientras dejo pasar el tiempo intentando reunir el valor para barrer tus recuerdos,

Espejismo al óleo

Él tocó a la puerta, dos golpes secos, y ella tuvo miedo de abrir y dejar a la sequía entrar de nuevo. Pero esta vez no era una tierra árida y reseca la que pedía permiso para regresar, aunque el golpeteo sonara hueco y corto; de alguna forma el manantial se había llenado y lo supo nada más verse en el reflejo de sus ojos acuosos por las lágrimas y por el pasado, que estallaba detrás de las pupilas desvelando más secretos de los que son capaces de confirmar las palabras. Con otro golpe seco cerró la puerta tras de él, los diques estaban a punto de rebosar en forma de tormenta pacífica esta vez, y ella esperaba con el paraguas cerrado, como una bandera blanca ondeando al viento; una declaración de intenciones, una intención declarada, clara y limpia. Si hubo tiempo que perder, no lo supieron, porque todos los relojes se pararon, y sólo horas después, cuando tuvieron que volver al mundo real, vieron como ni siquiera ellos estaban de su parte y les habían mentido, haciéndolos cre