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Mostrando entradas de mayo, 2015

Callejero II

Comenzaba a despuntar en el horizonte la silueta de mi vieja ciudad, aquella que tan bien sabía reconocer. Nos acercábamos por la carretera con el coche recalentado sobre el asfalto ardiente, después de las inclemencias de todo el día, y a lo lejos reconocí los torreones de la catedral, engullidos por el desarrollo más vanguardista de la urbe, los edificios cada vez más y más altos a su alrededor; pero en el centro siempre ella, impertérrita al avance de la civilización moderna, como el punto de fuga de un cuadro que comenzó siendo realista y acabó en abstracto.  La quietud que nos había acompañado durante el viaje no desapareció cuando dejamos la carretera principal para adentrarnos de lleno en el entramado de calles de la ciudad. Era un domingo por la tarde de principios de verano, y la gente que podía permitírselo, y alguna que no, huía al mar y a la montaña, dejando la vida urbana para los animales callejeros y las familias más pobres. El silencio en los barrios era sepulc...