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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Punto y aparte

" He aguantado en la línea de salida hasta oír ese disparo que marcara una señal. Pero el pánico al fracaso me detiene, unas veces se gana y otras se pierde. He aprendido a lamerme las heridas, renacer de mis cenizas y volver a comenzar. ¿Para qué gastar el tiempo en convencerte? Unas veces se gana y otras se pierde." Eva Amaral. La cajita de música a la que había que darle cuerda para que sonara se ha quedado enganchada, y las notas de La vie en rose no paran de bailar. Ellas se acercan al cristal empañado y dibujan con los dedos líneas y símbolos que danzan en el mismo compás. Las yemas se les hielan, a una y a otra, y sus huellas dactilares se quedan pegadas en la ventana. Afuera hace frío y se escucha música más moderna, pero de cortinas para adentro una atmósfera parisina envuelve la estancia, la estufa de leña calienta como un sol benefactor, el reloj de péndulo oscila en la pared marcando la cuenta atrás. Ellas siguen con los dedos llenando

#12 El mismo fuego. (Biblioteca de cámara)

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Es éste un libro que he leído con gran cariño pero no por ello con gafas subjetivas. Después de unos días sumergiéndome en sus páginas con cuidado y esmero, puedo decir, objetivamente, que es un placer que esas historias hayan salido de los cajones de juventud donde se hallaban reposando. Se trata de diez relatos enmarcados bajo la exclamación de Fausto: "¡Siempre el mismo ardor y siempre el mismo fuego!", título que le viene muy a tono, pues aunque sean historias dispares y variopintas, cuando terminas de leerlas dejan en el lector, a mi juicio, un poso común: quimeras. Y es que los personajes de estas páginas viven entre la insatisfacción y los anhelos, en un estado a veces onírico, a veces simplemente falso; la realidad y la ficción se mezclan en habitaciones llenas de espejos, de vidas paralelas y ajenas usurpadas, de frustraciones. Aunque breves, son historias que sorprenden y no dejan indiferente; tras muchas de ellas me quedé pensando que encantada comprarí

Cerraduras

Como el nieto mayor que era, me tocó a mí ir a cerrar la casa. El abogado nos había repartido días antes varios sobres y otras cosas de valor, lo único que restaba era decidir qué hacer con el caserón, y ninguno de nosotros tuvo la osadía de sugerir venderlo. Acordamos, pues, cerrarlo a cal y canto, dejar que el tiempo pasara sobre él y sobre nosotros, y esperar a que la presencia, aún muy presente, de nuestro abuelo se desvaneciera para tratar de tomar otra decisión. Me dirigí esa tarde hacia el lugar, con la argolla llena de llaves que me había dado el magistrado. Era una argolla envejecida, enorme, como la que solían llevar los amos de llaves enganchadas a la cintura, y de ella colgaban varias de aquellas, algunas simples, otras barrocas y ricamente engalanadas, un par aún desconocidas para mí. Tras atravesar la verja, me planté delante del portón y empuñé la llave más grande. Un gruñido chirriante me invitó a entrar, descubriéndome una estancia que recordaba muy bien, aunque

Incondicional

"Entonces se ignoran, mientras sus sombras se miran." Con cada mínimo detalle que hubiera sucedido de forma diferente, con cada palabra pronunciada en otro sentido, con cada gesto que se hubiera hecho de otra manera, con cada pequeña acción que no se hubiera llevado a cabo, y con la infinidad de posibles acciones que sí que podrían haber pasado. Con la infinitud de combinaciones que podrían haberse dado, con la inmensidad de decisiones que tuvimos tiempo de tomar y no tomamos, con la maquiavélica e insana dimensión del espacio de elección en el que no nos movimos, y con tantísimas posibilidades que no quisimos. Se nos queda el mundo pequeño sólo porque nosotros así lo dispusimos, los tiempos verbales fallan porque abusamos del condicional, lo que pudo ser y no fue, que no podrá volver a ser conjugado. Me falla el dispositivo de razonar porque se sobrecarga de la incomprensión de los límites y las fronteras. Me falta un manual para entender por qué

Cuando toda la piel sabe a sal

¿Qué nos pasó? Tal vez estamos en el mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor volvemos a nacer y con cada amor que termina se nos abre una herida. Estoy llena de orgullosas cicatrices. Paula, Isabel Allende Cuando nos hacemos una herida y a los días (o eternidades) empieza a cicatrizar, suele invadirnos una cierta comezón. Aunque sabemos que no hay que rascarse porque tardará más en regenerarse la piel, lo hacemos. Detrás parece haber una explicación biológica donde intervienen algunas células y terminaciones nerviosas. La irritación es persistente, molesta, intentamos evitar pensar en ello pero cada vez que algo (o alguien) nos roza la herida nos lanzamos a tocarla para intentar aliviar el picor. En el fondo funciona, nos da unos momentos de placer, pero el resultado es mucho peor: necesitamos rascarnos más y más, el alivio momentáneo provoca que la herida vuelva a abrirse, y ahora duele aún más. Entonces esperamos, nos armamos de paci

Más de veintidós mentiras

Más de cien palabras, más de cien motivos, para no cortarse de un tajo las venas. Más de cien pupilas donde vernos vivos. Más de cien mentiras, que valen la pena . J.Sabina. El mar inmenso. El olor de la leche recién hervida. Los días de lluvia. Un vaso caliente de cacao antes de acostarse. Los colores del otoño en los árboles. El verde de las praderas. Los dientes de león. Los deseos de los dientes de león. Las exposiciones gratuitas de arte. Las bicicletas de paseo con cesta. Los aeropuertos. Los orgasmos inesperados. Las sorpresas. Las tartas de chocolate. Más días de lluvia. Las heridas que sólo las madres curan. Los conciertos en teatros. Leer un libro de un tirón. La arena caliente en la playa mientras sopla fuerte la brisa. El atardecer, el amanecer despiertos. Las buenas canciones que suenan mientras compartes una cerveza. Los hombres con barba. Las mantas muy suaves que abrigan hasta el alma. Los poemas que le hablan a uno mismo. Una cena con amigos y una tele d

Comparanzas

Cuando empieza a doler entonces escribo. Cuando lleva un tiempo doliendo entonces escribo. Cuando deja de doler entonces escribo. Cuando no duele nada entonces escribo sobre cuando empezaba a doler, cuando llevaba un tiempo doliendo o cuando dejaba de doler . Marwan. Como meter los pies en arenas movedizas. Como protegerse de la tormenta con un chubasquero de papel. Como beber alcohol para bajar la fiebre. Como poner en las heridas sal y miel. Como caminar descalzo entre cristales. Como montar en la montaña rusa después de un largo sueño. Como comprar un mapa escrito en árabe. Como dormir desnudo en pleno invierno. Como iniciar un viaje a quién sabe donde. Como nadar en lagunas nocturnas de amnesia e insomnio. Como tirar la piedra y esconder la mano. Como llegar a un punto sin retorno. Como las náuseas, los nervios, la resaca y el frío. Como un abismo a medias lleno de vacíos. Como todo este cúmulo de sensaciones dispersas y dispares. Como