Yo soplo el viento que empuja a esta vela de este barco de esta madrugada en la que me mantengo despierta navegando a la deriva. Yo soplo el aire que da fuerzas a esa vela que me mueve y me marea. Yo soplo a la vela que tira de las riendas de la nave de la noche. La vela, que naufraga. Y en el cajón un candil flotando en el océano. Yo soplo el viento que empuja a esta vela a extinguir esta llama esta madrugada en que me mantiene despierta escribiendo a la deriva derivadas. Yo soplo el aire que fuerza a esa vela a extinguirse mareada. Yo soplo a la vela que es la luz que tira de la nave de la noche. La vela, que se apaga. Y en la mirada fuego y en sus fauces rabia. Madrugadas en vela. Madrugadas descompensadas, injustas, malogradas. Madrugadas de insomnio, de anorexia mental, de bulimia impersonal. Madrugadas de cera, de bombillas, de calor y de oscuridad. Madrugadas sinceras, malvadas, de suspiro letal. Madrugadas dispuestas a asesinar al más...