Septiembre
De repente, las playas se han quedado desiertas; ha refrescado un poco y se acortan las tardes. Hoy comienza septiembre, y la melancolía del final del verano, puntualísima, acude a su cita conmigo. Hay que volver mañana a la ciudad. En ella, me esperan las rutinas y las viejas costumbres que me fueron haciendo ser el que soy. Muy pronto se irán quedando en nada los sueños que he soñado junto al mar, los propósitos de libertad, de cambio, que, en las noches de julio y agosto fabulé, tan fervorosamente como en la adolescencia, a la vez que mis ojos con asombro miraban la inquieta muchedumbre de los astros del cielo. En la ciudad, no hay duda, me encontraré de nuevo cuando llegue con ése que se quedó en mi casa mientras yo estaba fuera, con ése que se niega a cambiar y conoce como nadie mis gustos, mis horarios, las cosas que me atan a mí mismo. Él me pondrá al corriente de los tontos asuntos que habrá que ir resolv...