Cuando éramos jóvenes
¿Te acuerdas? De cuando la calle era un hogar y la noche una estación, y cualquier bar el mejor tren donde pasar las horas viendo pasar la vida que nos contábamos, la que aún estaba por venir y la que nos aterrorizaba. ¿Te acuerdas? De que cocinábamos cualquier cosa a las cuatro de la mañana, ateridos de alcohol en la cocina de alquiler del piso de alquiler que tocara ese año, borrachos de juventud, pero sobrios de nostalgia. ¿Te acuerdas? De las llaves cayéndose por la rendija del ascensor, la espalda contra la tierra y el techo un cielo de estrellas de noviembre, porque aún no hacía frío y jugábamos a dejarnos llevar. ¿Te acuerdas? Del miedo a que pasara el tiempo, a contemplar desde lejos cómo se precipitaba el año por un acantilado de cambios implacables, pero queríamos ser niños y cerrábamos los ojos. Te acuerdas. Del beso que nunca nos dimos y las palabras que se ahogaron en la garganta porque nadie quería escucharlas, aunque tintinearan en el...