La ciudad de mis sueños que ahora duerme
Llegué a Madrid hace ahora cuatro años con la firme determinación de comerme el mundo, saborear al máximo la ciudad donde siempre había querido vivir y que conocí, antes de pisarla por primera vez, a través de los diestros versos de Sabina. Llegué a Madrid con el objetivo de exprimir todo lo que pudiera de ella, y Madrid me exprimió a mí y me dio incluso más de lo que esperaba. Esa utópica pero a veces realista convicción de que los sueños se cumplen si estás en el lugar adecuado. ¿Nunca descansas?, me han preguntado muchas veces durante estos años de idas y venidas por la ciudad. Poco, lo mínimo, porque Madrid tampoco lo hace. Siempre tiene más que ofrecerte. Lunes mágicos en la presentación de un libro en el sótano de una librería, esas cuya supervivencia ahora peligra y que son emblema de esta ciudad de las letras. Martes improvisados donde siempre aparece un taxi a tiempo, que busca un karaoke abierto para que la noche no se acabe nunca. Miércoles de redención, un cine tranquil...