Monstruos
La Luna se exhibe partida exactamente a la mitad, y en esta noche extraña de jueves en la que todo podría haber pasado pero, en realidad, no pasa nada, todo lo que podía haber sido y no fue, vuelves a casa y esta atmósfera incipiente de otoño huele al mismo frío que cuando empezó el principio de aquel final, cuando estaba casi prohibido ver la Luna, que ya nunca sonreía, se le habían mellado todos los dientes, pero ahora nos mella otra cosa, algo a lo que cuesta ponerle nombre, como si en la película ya hubieran matado al monstruo pero algo dentro del héroe sabe que no, que el mal sigue ahí porque a la oscuridad nunca se la destruye del todo, y en este olor a frío, a principio de otoño, a final de invierno, en este olor a monstruo dentro del armario, debajo de la cama, dentro de ti mismo, aún en mitad de este caos aparentemente ordenado, hay que tomar decisiones, porque la vida no se para, y siempre son las mismas piedras pero con distinto nombre, y siempre son los mismos nombres pero con distinto problema, los mismos monstruos pero con distinto disfraz, y en esta fiesta de disfraces estás harto de llevar la máscara, a la calle la máscara, al infierno con la máscara, la máscara de qué, de quién, para qué, hace tanto tiempo que eres libre, la máscara de la libertad, pero en esta fiesta de disfraces llevas otro peso, el peso de todo el mundo sobre tus hombros, y por eso duele, duele al escribir, duele al dormir, duele al salir a la calle a ver la Luna partida a la mitad y respirar el frío del principio del final, duele al bailar en la fiesta de disfraces al son de una música que se hace cansina, redundante, que rezuma al final el mismo aliento a mentira, egoísmo e hipocresía de todos los otros bailes de máscaras en los que has estado, pero al menos ahora sabes quién se esconde debajo de tu antifaz, aunque aún así duela y cruja la espalda, la mano y el corazón, aunque haya monstruos que sigan saliendo del armario y tengas que volver la vista atrás para recordar todo lo que has aprendido, todo el peso de las decisiones sobre tus hombros, todo el frío que guardaste dentro, pero todo lo bueno que tienes por dar, sin máscara, sin disfraz, sin antifaz, con la sonrisa alunada llena de otoños buenos que también vendrán, porque incluso los finales tienen un comienzo.
"Porque incluso los finales tienen un comienzo"
ResponderEliminar¡ Vaya verso incrustado como última tinta de este texto!
"Y en este olor a frío""hay que tomar decisiones": escribiste noviembre en septiembre.
Consigues que el lector viva el clima narrado simplemente al leerte: sumando a las palabras una puntuación como en cascada cuando llueve sin remedio.
Me ha hecho buscar en qué partes de mi vida me estuve prohibido ver la Luna: no quiero volver a caer por ahí. Gravosas :-)))))))
Es que llovía sin remedio y hacía un frío de noviembre :) Gracias por leerme amigo, lo de que incluso los finales tienen un comienzo es de una de mis canciones favoritas: https://www.youtube.com/watch?v=oNFn_wi6T1E
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