Primeras veces
Quedó
un taxista que pasaba
mudo al ver cómo empezaba
La Cibeles a llorar,
y chocó contra el Banco Central.
A la sombra de un león, Ana Belén y Joaquín Sabina
Podría empezar hoy.
Ahora que el cerco que deja mi copa llena sobre la mesa
cierra el círculo de mi caricatura
y no recuerdo la primera vez
que bebí estando sola.
Ahora que veo películas de amor y no visualizo ninguno
de los primeros te quiero
que dije a cada desamor
y fueron de verdad.
Ahora que me roza la treintena y han pasado tantos años
que no tengo ni la menor idea
de cuándo fue la primera
de mis crisis de ansiedad.
Ahora que el ansia me puede y no consigo rescatarme
ni rescatar el primer recuerdo
de ese miedo que aún acecha
a estar sola conmigo.
Ahora que repaso mis lecciones de vida y puedo afirmar
que también hubo una primera vez
en la que creí en mí,
y que habrá más.
Podría empezar hoy.
Hoy fue la primera vez que vi a La Cibeles llorar nieve
y el Banco Central enmudecía impertérrito
mientras Madrid, tan blanca, se chocaba
contra sí misma.
Pero en realidad lo que me pesa, como si arrastrara cadenas,
como si un alud me absorbiera
en su frenética caída
hacia el abismo,
no son las primeras veces,
sino las enésimas.
Hoy fue la enésima vez que levanté la copa de vino,
cercené a sal la enésima caricatura de mi soledad,
ansié que la ansiedad absorbiera el enésimo miedo,
lloré con la enésima película que en realidad no acaba mal
y fue la enésima deslección
en que no me dije a tiempo
te quiero.
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