Atardeceres
Una luz rosada comienza a inundar la habitación, y despego la vista del ordenador para pegar los ojos en el cristal y ver cómo atardece en casa. Los atardeceres más bonitos de mi mundo son los que ocurren aquí. Dejo vaho en el cristal y las nubes naranjas, rosas y violetas se nublan. En una casa lejana hay una fogata donde están quemando hojas secas. El fuego en la distancia me hipnotiza, es un punto centelleante que rompe la calma de la escena. No se oye nada; sólo, de tanto en tanto, un rumor de pájaros que vuelan libres. Yo también quiero volar. La quietud es perfecta, y me quedo absorta varios minutos respirándole a la ventana y absorbiendo el atardecer de mi hogar. El hogar está donde el corazón está. En los últimos siete años, he vivido en siete casas diferentes. En todos ellas he puesto parte de mi alma para convertirlas en mi hogar. Me he movido, por tierra y aire, entre tres ciudades distintas, y en cada una he hallado tantas cosas que me han hecho ser lo que soy...