Silencio, se rueda
Ven, anota esto, deprisa: aquella mujer, un día, sin más, amaneció y no volvió a hablar. Se levantó de la cama, desperezándose aún miró a la pared vacía y, a sus pies, vio los cuadros que nunca se decide a colgar; fue hacia el espejo deslucido del baño, se escudriñó con la mirada aún dormida, posó los dedos pulgar e índice sobre su garganta; y algo dentro de ella la calló. Así se abrirá la escena, no sabemos de momento nada más. De alguna manera tenemos que hacer entender al espectador, al comenzar la película, que esa mujer que nos es aún una completa desconocida ha decidido, ese preciso martes de un año bisiesto en su piso destartalado de Madrid, que no volverá jamás a pronunciar una palabra. Que se acabó. Poco a poco iremos, claro, desvelando detalles de su vida, entreviendo qué la ha llevado a esa situación. Creo que se trata de una persona que siempre se ha sentido fuera de lugar, pero se ha visto obligada a disimularlo. Bueno, y quién no, pensará nuestro público. La protago...