Peces de estación

Tiene el pelo ralo y le empieza a escasear por la frente, lo lleva peinado hacia atrás y sus cabellos parecen hilos de pescar de distintos tonos grisáceos, tirados por algún marinero desde su cabeza hasta el mar de su cuello. Un bigote espeso le corona el labio superior que ahora se tuerce en un gesto que nunca reconocería como compungido. Usa gafas de cristal grueso y patillas color antiguo, tras ellas se entrecierran unos ojos casi celestes enmarcados de arrugas y pesares. Chaqueta marrón de ante, de esas con muchos bolsillos, pantalón azul de chándal, zapatillas Nike manchadas de tierra; el conjunto de los domingos. De uno de los bolsillos extrae un paquete de Winston y se enciende un cigarrillo. Se lo lleva a la boca una y otra vez, creando ondas de humo que se asemejan a su cabello y que encuadran su cara entre las nubes de la tarde. Mira al horizonte mientras espera en la estación.

Acaba de ayudar a su hija a subir al tren. Le ha colocado la maleta, la ha acompañado hasta el asiento y le ha dado un beso fugaz acompañado de un "que vaya bien la semana", "gracias papá, la tuya también". No añade que la echará de menos, ni que la quiere, ni que se hace diez años más viejo cada vez que la ve marchar.
Ahora espera en el andén, en frente de la máquina que se lleva a su pequeña, ya no tan pequeña, y fuma tabaco y despedidas mientras pasan los minutos hasta que la locomotora arranque. Se mantiene erguido, intenta guardar la compostura, pero de vez en cuando mira nervioso el gran reloj forjado y, cuando se da cuenta de que es casi la hora, se acerca a la ventana del tren. Golpea el cristal pero ella no le ve, está concentrada tecleando algo en su móvil, y el cristal le devuelve su propio rostro cansado entremezclado con los rasgos borrosos de la versión más joven que un día fue. Él agita la mano inútilmente y hace amago de subir de nuevo al vagón para volver a despedirse. Pero en lugar de eso se aleja, cabizbajo, luchando por mantener el aplomo.
Desde mi posición de observador ajeno ya no le veo, ha salido de mi ángulo de visión. Pero sé que en realidad no se ha ido. Le intuyo encorvado al final de la estación, aspirando un cigarro tras otro con dedos cada vez más temblorosos, aguardando a que el tren se ponga en marcha y acelere hasta convertirse en un punto remoto entre las vías de hierro. Entonces volverá a casa, sintiéndose derrotado aunque también orgulloso, a un hogar medio vacío, a hacer frente a la ardua tarea de volver a acostumbrarse a su ausencia.

Veo esta historia repetida cada semana desde hace casi cinco años. Los rostros, las edades, los comportamientos son distintos, pero en el fondo son iguales. Y de cada historia que imagino, de cada emoción que analizo, extraigo una misma sensación que recojo y se multiplica dentro de mí conforme pasan los meses. La sensación es que el tiempo nos toma el pelo, y es él quien lanza cañas de pescar trenzadas de hilos grises y canosos a una velocidad injusta y apresurada, es él quien enciende el combustible de los trenes con un fuego especial que los acelera demasiado, es él quien tizna los pulmones de adioses y cambios inasumibles.

Sólo ralentízate, al menos esta vez, le digo al tiempo cuando a la semana siguiente vuelvo y mi madre me espera impaciente en la estación, rodeada de otros tantos que reparten abrazos y saludos. A lo lejos distingo una chaqueta marrón de ante que aprisiona entre sus brazos a alguien que ha bajado del tren. Y la vida vuelve, por unos días, a sonreír.


COLABORACIÓN: Distintas velocidades pero el mismo amor.
La historia desde otros ojos con la voz de mi amigo el gran José Javier.

Comentarios

  1. Bonita, romántica y sensible analogía del paso del tiempo...Me encantan los trenes...
    Me encanta tu historia.

    Un beso Patricia

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    1. Gracias Sofya :) a mí también me encantan, aunque no que pase el tiempo. Un beso grande

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  2. "Entonces volverá a casa, sintiéndose derrotado aunque también orgulloso, a un hogar medio vacío, a hacer frente a la ardua tarea de volver a acostumbrarse a su ausencia."
    Es que los padres y madres somos así, hija mía...
    Sólo un enlace con esta canción. ;)
    https://www.youtube.com/watch?v=gKKqCa4nmyE
    Bizous, bizous :))

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    1. Entiendo que seáis así, yo también lo soy por empatía :(
      Mon dieu Fram...c'est trop belle! J'adore la chanson, merci beaucoup :D
      La musique est pura mélancolie :) "comme une fleur sur la banquise...et quand le froid souffle plus fort,...t'aimer" :) bizous!

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  3. No me gustan demasiado las estaciones. Cada vez que estoy en una me da por pensar que hay tantas cosas que se escapan... ¿será el tiempo?... demasiadas sensaciones se nos escurren entre los andenes mientras esperamos un tren.
    Bss

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    1. El tiempo se escapa siempre, pero yo creo que a veces en los trenes es posible recuperarlo :)

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  4. Bueno, gata, las estaciones a veces también te dan grandes alegrías :)
    "Yo he crecido cerca de las vías y por eso sé que la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren", escribió MI Fito Cabrales, sin duda después de leer tus peces :) Un beso de tu abuelico virtual desde mi estación de andenes algo vacíos.

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    1. Las de llegada, no las de partida...

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    2. Las de partida también pueden darlas gata, según a donde vayas, y según quien te espere :D
      La frase de Fito lo resume todo, por eso aunque sea una mezcla agridulce, me encantan las estaciones y sus trenes :)
      Un beso a los dos, Diego, los andenes siempre vuelven a poblarse! Nunca hay un último tren,no? :D

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  5. :-) todos los pájaros vuelan del nido, es ley de vida. Aunque la nostalgia es inevitable. A fin de cuentas lo bonito es saber que alguien te espera a tu vuelta.

    Salud

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    1. Sí, pero el pobre nido se queda solo y a veces no sabe cómo seguir, eso es lo triste y la nostalgia irresolvible. Abrazos :)

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  6. La estación, punto de encuentros y de finales, de hasta luegos y de no quiero que te vayas. Me encanta ese punto culminante, del cristal del vagón devolviéndole la propia imagen, cansada, reconociendo una juventud que hace tiempo tomó su tren. El tren que no espera ni perdona, el que se lleva los días y los amontona todos en el mismo sitio.

    Muy emotivo y muy bien escrito, como siempre. La virtud, una de las mejores venganzas ante la derrota segura, como nos recuerda Baudelaire: "Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense" Tú le tienes tomada ventaja al tiempo ;)

    Besote, Patricia!

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    1. Como siempre, caramba con tu comentario Andoni! :) Me encanta la cita de Baudelaire, al menos de las dos primeras cosas me embriago y a veces demasiado. Ojalá sea verdad y le lleve algo de ventaja, en ese caso tú también se la tienes tomada y vas sobrado ;)
      Me alegra mucho que te guste, y que hayas visualizado a ese hombre y le hayas entendido, él te da las gracias. Abrazo grande, y sigamos embriagándonos!!!

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  7. No te puedo decir más aparte de que me ha encantado, me lo he ido imaginando y has conseguido que vea la estación y a ese hombre pasar de la tristeza a la alegría, de la despedida al reencuentro en apenas unas líneas.

    Un abrazo!

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    1. Gracias Miguel, esa es la mayor de las satisfacciones :) :) abrazo!

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  8. Yo también veo mucha estación (aunque creo que dejaré de ver tanta pronto)
    Las estaciones son como un montón de bucles dispares que crean un todo en una pecera para tus propios peces de estación, el resto lo pone el tiempo, gris o no, a veces anzuelo, a veces burbujas de colores...

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    1. A veces anzuelo :) me gusta esa imagen. Yo no reniego en cualquier caso de ver estaciones, me gusta, y como dices me llena esa pecera, también de oxígeno. Espero que las estaciones que tú veas sean también felices y de colores.

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  9. Nadar entre tus líneas como un pez, es como flotar sobre la estación descrita. Desde hoy cuando entre en una estación me fijaré en esos sentimientos que como el vapor de las viejas máquinas inunda los andenes.
    Un saludo

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    1. Gracias, si consigo que flotes así sobre la escena es un éxito. Si te fijas verás que hay miles de vapores distintos, diáfanos y que se quedaran en tu piel como si fueran parte de tu historia. Gracias por leerme, saludos!

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