Carne de cañón (0).

Veía pasar la vida ante sus ojos y no podía hacer nada para detenerla.
Un día y otro, un momento y dos más, cien instantes que pulsaban las agujas de un reloj que ahora contaba los segundos hacia atrás.
No quería morirse, aún no. Era demasiado tarde para eso. ¿Qué molestias tenía que tomarse ahora la muerte para vencerle? Ya había demostrado que era capaz de resistir a bastantes improperios y calamidades. A demasiados. Pero ya no.

Comentarios

  1. Dicen que a todos pilla por sorpresa...seguiré leyendo esta historia porque esto promete.

    :-)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario