A tu nombre le falta mi voz
A tu nombre le falta mi voz. A tu aliento le falta mi eco. A tus manos les falta mi cuerpo. Faltan tantas cosas que ya no queda nada, ningún resquicio donde resarcirme de tanta pérdida desbocada. Desbocada. Como un caballo al que le desregalan unos dientes para morder del árbol del pecado tu manzana. A tu futuro le sobra mi pasado. A tu espalda le sobran seis arañazos. A tus cartas les sobra mi remitente. Y aún, aún en este vacío tan candente las sobras de una pasión refulguran asfixiadas. Asfixiada. La llama que no quisimos ver lamida ha mutado y a sí misma hoy se llama, se pone en espera, y se apaga.