Premonición

Entra al baño de su apartamento y ni se molesta en cerrar la puerta, está sola. Se sienta en la tapa del inodoro y se sorprende de que sus rodillas estén tan altas y flexionadas, entonces repara en los tacones de ocho centímetros que ya ni recordaba que calzaba. Se los quita y los lanza a una esquina, dejando al aire sus talones con heridas; las visibles. Apoya los brazos en el lavabo sentada aún y entierra la cabeza en ellos. El peinado se le ha deshecho, el rímel corre por sus mejillas formando una acuarela expresionista y tizna de negro el mármol blanco, una metáfora en color de lo que ha sentido esa noche, y otras.

Abre el grifo y escucha el agua caer, que moja las puntas de su cabello y salpica con breves gotas los antebrazos. Su rumor líquido la relaja, es el único sonido que resuena a esas horas de la madrugada. Intenta respirar pausadamente cómo le han enseñado tantas veces: inspira, espira, inspira, espira, deja la mente en blanco. Pero el aire que insufla le escuece en el recorrido desde la garganta hasta sus pulmones, son dagas que le arañan la laringe, como si en vez de en su cuarto de baño se encontrara corriendo en mitad de una tormenta de nieve y el viento gélido le cortara la respiración.
Busca en el bolso que aún lleva colgado los tranquilizantes y se lleva el bote a la boca. Se mete varios y los traga con agua ayudándose de la palma ahuecada de su mano. El grifo del lavabo sigue llorando. Ella llora, repinta el lienzo de su rostro, respira ahogadamente, vuelve a enterrarse entre sus brazos.

Al cabo de un rato comienza a sentir una calma extraña, no de sosiego; es una especie de parón, un mareo selectivo. Los objetos están quietos, ella también, el mundo se ha parado en seco y sólo continúan existiendo el grifo y el agua cayendo. Intenta alargar la mano y pone el tapón del lavabo. A los pocos minutos, éste empieza a desbordarse y su vestido se moja, siente un poco de frío pero en seguida lo ignora; el frío y el miedo han dejado también de existir.
Decide tomarse unos cuantos sedantes más, y en un instante de lucidez, mira hacia la puerta que había dejado abierta, se levanta tambaleante, y la cierra. La madera está bien sellada, su madre se encargó de arreglar las rendijas para que no se colara el frío mientras usaba el baño. El agua sigue fluyendo y su murmullo la relaja tanto, tanto... Necesita más. Abre al máximo el grifo del bidé y el de la bañera.

Al erguirse por última vez contempla el lugar donde debiera estar su reflejo en el espejo del armario, y no alcanza a ver absolutamente nada. Abre la vitrina y saca otro tarro de pastillas. Se toma doce esta vez, una detrás de otra, sus propias campanadas con cascadas de fondo, cascadas de agua borboteantes, cristalinas, el agua que todo lo limpia y todo lo cura. El agua estancándose en la habitación, subiendo por las paredes, y ella hecha un ovillo en el suelo, formando parte intrínseca del cuadro, respirando ahora oxígeno mezclado con dos de hidrógeno.
Entonces, de nuevo, el silencio.





Se despierta empapada en la cama y escucha un estruendo de tuberías encima de su cabeza. Sus vecinos han debido tirar de la cisterna.

Comentarios

  1. Escalosfriante hasta el final. Me gustó!

    ResponderEliminar
  2. No se puede cenar pesado ni leer hasta muy tarde divagares ajenos ;) o pasa lo que pasa: tienes pesadillas.
    Patricia, me has asustado de verdad, de principio a fin, hasta el silencio y el vacío del gran espacio en blanco. :((
    Menos mal que tus vecinos tiraron de la cadena y me despertaron.
    Esto por el fondo.
    De la forma, repetir lo de siempre: me maravillas. Y yo también te echaba de menos.
    Abrazote y ¡tómate la infu con doble ración de miel! :))

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Infu tomada el día que te leí, hoy por suerte no me hace tanta falta y me tomo un refresco a tu salud, pero de los más sanos :)
      Si asusté conseguí transmitir lo que sentía, aunque no me alegre hacer sentir mal cuando me leéis... por eso os agradezco aún más que lo hagáis, te lo agradezco.
      Aún más tus palabras, he tardado mucho en poder volver, pero resuenan siempre.
      Abrazo enorme!!!

      Eliminar
  3. Y yo no veia el agua clara...
    Y me faltaban oxígenos en los hidrógenos...
    Sería por el sello "Oscuridades" con el que has marcado este texto.
    Agonizante para lo que me tenías acostumbrado, pero genial aún así.
    ; )

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando uno tiene oscuridades dentro sólo puede hacer dos cosas: soltarlas, o dejar que se conviertan en un agujero negro. Poner la etiqueta ayuda aún más a soltar lastre ;) Gracias

      Eliminar
  4. Si yo tengo esa pesadilla me hubiera ahogado: vivo en un ático :) Las pesadillas recurrentes, que tienen una enorme recompensa al despertar y comprobar que son eso, pesadillas. Beso algo angustiado, Patricia :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igual en tu caso no los vecinos, si no la lluvia o ese granizo demoledor te hubieran despertado de la pesadilla. Nunca hubiera dejado que te ahogaras :) un besico

      Eliminar
  5. Tal vez hoy tenga más suerte...Es el tercer o cuarto comentario que intento enviarte desde el viernes, y no me deja...La cuestión es que quería decirte que me ha gustado mucho ese juego con la muerte y con los sueños, que son también como morir un poco. De principio a fin me has mantenido atenta y en vilo, ha sido genial y como tus descripciones son tan buenas, la lectura ha sido emocionante.

    Besito! :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento mucho que te pasara eso al intentar comentarme Sofya, no sé porqué :(
      EXACTO, morir un poco... Yo siempre intento dormir lo menos posible, no puedo evitar pensar que es vida que me estoy quitando, que de noche morimos un poco... Aunque sé que no es saludable.
      Gracias por leerme, por tus halagos, por todo. Besazo!!!!

      Eliminar
  6. No puedo negar que me sea ajena la sensación de desazón y la de que el mundo no gira aunque tu interior se esté tambaleando.

    Has usado una chica como protagonista pero supongo que todos o casi todos hemos podido sentir la tormenta dentro.

    Es una putada sentirse así, pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta que mejor que las pastillas son los amigos que te tienden manos y que, a empujones si hace falta, te sacan de cualquier pozo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alzo mi cerveza por esos amigos, pues :) gracias por pasarte

      Eliminar
  7. REDIÓS, PATRICIA!!!...menos mal que lo terminas así, en una especie de duermevela con ensueños derivados de sonidos varios, PERO YA ME ESTABA ENTRANDO DE TODO (si con esto haces un corto, de esos de unos minutejos...en lugar de palomitas nos terminamos las uñas.

    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajajaja rediós!yo creo que me quedé sin uñas sólo de escribirlo. Gracias por leerme Valaf, como le digo a Fram, si consigo transmitiros eso, objetivo cumplido ;)
      Un abrazo veraniego

      Eliminar
  8. Soberbia narrativa, Patricia... enfría y quema, y duele... y tiene un sentido propio, y lo cierra. Alucino contigo!

    Besote!
    Andoni

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo sí que alucino con tus palabras, no las merezco! :) gracias mil Andoni, es lo máximo.

      Eliminar

Publicar un comentario