Carta al hombre que nunca fuiste
Seguro que estabas borracho y no te acuerdas de esto. Pero la primera vez que fuimos hacia el norte llovía a cántaros y casi nos despedimos del mundo por un volantazo mal dado. Digo que estarías borracho porque te pasabas así cada mes de febrero, del 15 al 28, irremediable e ineludiblemente. Disimulabas tu aliento a Bourbon eyectando espray de menta en tu garganta cada quince minutos. Pero cada otros cinco la mano se introducía en el otro bolsillo de tu pernera y sacabas una petaca en vez del aerosol. Supongo que te tranquilizaba autoconvencerte de que no nos dábamos cuenta. Años después ella me contó que, durante ese viaje, tiraba las botellas del maletero cuando no la veías, pero tú volvías a reponerlas obcecado en la gasolinera más cercana. Aquel era el séptimo febrero que acababas el mes del desamor así, y debió pensar que era suficiente. Así que se decidió a poner tierra de por medio. Nos montó a todos, a ti, tu petaca y tu espray mentolado en el 4x4 y arrancó el motor de ...