Al presente

¿En qué momento nos damos cuenta de que no conocemos a la persona a quien amamos?

Quizá cuando tenemos que tumbarnos en la cama, mirando al techo, con las lágrimas escurriéndose hasta las orejas, porque no somos capaces de sosteneros en pie, porque la decepción nos marea, porque todo nos da tantas vueltas que parece que el mundo va a estallar. Quizá cuando sentimos que queremos morirnos, cuando sabemos que vamos a ser incapaces de pensar nada coherente en las próximas horas o días, cuando nos metemos bajo la ducha con el agua estallando en nuestra cabeza, para intentar relajar nuestras sienes, tan tensas como hilos de pescar. De pescar lágrimas en el mar de sufrimiento en que se ha convertido nuestra vida. Además, nos quedamos con la boca abierta, pasmadas, asustadas, olvidadas de todo lo que no sea pensar en eso. Se nos cortan los labios, y también las palabras, y se corta algo más ahí dentro. Y la sangre va manchando las paredes de nuestro cuerpo, tiñéndolas del color del dolor, manchas imborrables, perennes, mortales...

Y en el último momento, te relajas. Te tranquilizas pensando, que todo va a volver a ser como antes. Tonta, no agonices, si al final todo se arregla, como siempre.
Todo se arregla, sí. Pero cada vez un pasito más atrás, y cada pelea otro más atrás, y con cada palabra de odio, otro, con cada desprecio, con cada indiferencia, otro paso atrás. Y al final llega un momento en que no sabes ni donde empezaba el camino, ni mucho menos te acuerdas de como se avanzaba hacia delante.

Comentarios

  1. Imagino una especie de encrucijada, un cruce de caminos.
    Cuando por fin llegas a ese punto no sabes a ciencia cierta qué camino tomar, no sabes si seguir tu solo o si debes continuar con el compañero que hasta ese momento ha ido siempre contigo.
    Imagino además que la decisión sea definitiva, que no haya margen ni posibilidad de rectificación.
    La mayoría de las veces las cosas se arreglan en falso (es decir...no se arreglan) y nos limitamos a poner parches poco duraderos en una herida que necesita algo más que tiritas y agua oxigenada. Si lo hacemos así el final llegará tarde o temprano.
    Otros se sientan a hablar, con respeto, con sinceridad, olvidando reproches, olvidando el "y tú más", buscando una solución que sirva para encauzarlo todo (ejemplo: http://nadieesculpable.blogspot.com.es/2013/08/por-que.html ).
    Otros deciden que hasta aquí llegó el sueño y que ya es hora de que cada uno busque su propio destino.
    Las tres posibilidades forman parte de este juego tan complicado y hermoso que es vivir.
    Un abrazo
    E.

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    1. Ojalá hubiera una especie de letrero en esa encrucijada, ¿verdad? O una brújula para ayudarnos. Supongo en que el mayor problema está en cuando, de esas tres opciones, cada una de las partes quiere escoger una y la tercera sería muy devastadora. Aunque en la vida haya que sufrir devastaciones, nos empeñamos en retrasarlas lo máximo posible. Como dices el agua oxigenada cura heridas, pero yo siempre digo que las cicatrices se quedan y al final acabas convirtiéndote en un monstruo, y ese probablemente sea el problema de todos los finales. Gracias por tu comentario, y por la canción, me ha gustado mucho, ojalá todo fuera tan fácil como escuchar una canción o leer una poesía y sentir que todo va a ir bien, y que al fin y al cabo no somos los primeros en sentir cosas así y sobreviviremos, ¿verdad? Gracias de nuevo por el comentario, muy alentador en un día como hoy.Un saludo y gracias infinitas por leerme!

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  2. No me des las gracias amiga. Me gusta leer tu blog y más con el dado de azar que tienes puesto arriba. Una excelente idea.
    Hasta pronto P.
    E.

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  3. Llega un punto en que todo está roto de tal manera, que se haga lo que se haga y se intente lo que se intente cada día es una puñalada nueva. Supongo que uno no sabe muy bien cómo actuar cuando ha pasado tiempos maravillosos al lado de una persona y de repente todo eso se ha acabado. Por eso alargarmos las cosas de forma innecesaria y nos consolamos pensando que todo va a cambiar. Pero no cambia.

    A veces me pregunto cuantas veces tendremos que estrellarnos para encontrar a la persona que en lo bueno y en lo malo nos haga felices.

    Salud y abrazos.

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