Melancolía y Madrid
Estoy sentado en mi café favorito de la calle Princesa cuando te veo pasar. El viento y tu prisa mecen tu cabello y las compras que cuelgan de tus manos, firmas caras y ostentosas. Cuánto habrás cambiado. Al principio ni me inmuto, tu persona se ve borrosa a través de los cristales sucios que son ventana tras mi taza, y pienso que los ojos me están jugando una mala pasada, o tal vez el corazón. Pero eres tú, y danzas en tacones por la calle de en frente, siendo más princesa que ella misma, con la elegancia innata y casual que siempre has tenido. Me quedo congelado en el asiento. Preguntas. Años. Ausencias. Dudas. Si querrás verme. Si te acordarás de mí. Minutos. Pérdidas. Madrid. Certezas. Yo quiero verte. Yo no he podido olvidarme de ti. Deslizo unas monedas a la mesa desgastada y me desgasto en un segundo mientras corro a alcanzar la puerta, un segundo de esos que parecen horas, ahora todo va a cámara lenta. El frío incipiente de esta tarde oscura de invierno me golpea en...