Mi otra oreja

oreja.
(Del lat. auricŭla).
1. f. Órgano externo de la audición.



Que Van Gogh no quiso automutilarse es un hecho, pero hubiera sido difícil inventarle otro romanticismo a las puertas de un burdel, por muy francés que éste fuera. Que Gauguin decidiera privarle de tal saliente craneal fue, quizá, un error, pero en cualquier caso, le limitó su capacidad de audición externa con aquella estocada. ¿Y la interna?

Deberíamos empezar a darnos cuenta de que nuestro sentido físico del oído, en el significado estricto de la palabra, no lo es todo. Los humanos podemos oír, sí, pero también podemos aprender a escuchar. No sólo a escuchar música, y sentirla; no sólo a escuchar el ruido, y a diferenciarlo de la ausencia del mismo, que no siempre es el silencio; no sólo a escuchar palabras... sino a escuchar personas.
Y a veces, las personas sólo quieren eso: ser escuchadas.
Ocasiones en las que en una conversación se oye mucho más una de las voces, gente mayor que cuenta cuentos sin que se lo hayan pedido, y gente no tan mayor que no entona ni una palabra, y ése es el mayor signo de que necesitan hablar. En esos momentos, nuestra oreja física puede estar distraída, nuestro cerebro suele estar más ocupado mandando señales nerviosas a los labios para moverlos, nuestras cuerdas vocales sudan más que nuestro tímpano.
Aprendamos a activar la otra oreja, la que sabe que a veces es mejor relajar el resto de los músculos, y entregarnos al placer de escuchar a alguien.

La oreja interna. Mi otra oreja.
Podríamos llamarla, metafóricamente, la oreja de Van Gogh, o la de Gauguin, que la primera ya está cogida. La oreja de Gauguin, la cincelada, la mutilada, la olvidada; la que no necesita estar presente para recordarnos que si la tenemos, es, simple y llanamente, para escuchar.

Comentarios

  1. No conocía la historia de Van Gogh y Gauguin, muy interesante.

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  2. Oír es una posibilidad física y oímos mucho.
    Pero escuchar es una predisposición del alma y no escuchamos lo suficiente, en general.
    Ahora bien... mucha gente te abruma con lo contado, te invade sin miramiento y a veces entran ganas de perder tanto la facultad de escuchar como la de oír. ;)
    Mi suegro era bastante sordo, llevaba aparato y a veces lo desconectaba. :)
    ¡qué alivio poder elegir si quieres escuchar!
    Te parecerá muy negativo tal vez pero... es lo que pienso. A veces.
    Son muchos años escuchando.
    Abrazo y sonrisa

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    1. Querida Framboise, no me parece negativo para nada lo que dices, estoy demasiado de acuerdo, y me agobia la cantidad de años que me queda aún por escuchar. Si escuchar sandeces y tonterías diera dinero, sería rica. Sin embargo, tendremos que seguir buscando otro tipo de riqueza y aprender a saber escuchar, a los que lo merecen :) Un abrazo enorme!

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