Otoños pasados

Eras como una de esas canciones más bien largas que a mitad de estar sonando cambian de ritmo y se vuelven algo totalmente nuevo, como un paréntesis en una melodía que depara giros y notas distintas y atípicas, casi desafinadas, notas de música y de frescura. 
Eras como un relámpago en mitad de un día de sol, un imprevisto, algo tan fuera de lugar y a la vez tan dentro de todo, no encajabas y eso te hacía pertenecer a aquello que te repudiara, eras inevitable, y dudo que lo supieras pero yo tampoco quería evitarte.
Eras, eras, el verbo ser te inundaba y tú no te dabas cuenta. Eras con toda tu esencia una fragancia única e inimitable, y tu gracia residía en que nadie se hubiera atrevido a juntar esos elementos químicos para formar tu olor, por eso eras un don en sí mismo, casi un milagro.
Eras absolutamente imperfecto, te desordenabas el pelo y daban ganas de dedicarte miles de esas frases de adolescentes que se mueren de amor, de esas que lo describen cuando aún ni lo conocen, de esas en las que no me convertí aunque te espiara a lo lejos. Eras mi desamor y eso enamoraba, un sentimiento suicida y encantador, eras inalcanzable y platónico como un satélite que no puede girar sobre mí. Eras todo eso y mucho más, pero hoy los rasgos no importan, sólo tus huellas.

¿Puedo retratarte sin sonar cursi, puedo hablar de cómo te movías sin ser pomposa, puedo escribir al amor sin florituras, puedo morirme por ti sin volverme de nuevo una niña? Si te describo te recuerdo, si te escribo te poseo. Así que esta noche me quedo contigo y con tu memoria, con el retrato de ti que me pertenece porque lo he pintado con mis propias letras, seguramente inconcluso, incompleto e inexacto, pero si así es como te veía, así es como te quise, así es como te quiero.

Por eso esta noche me quedo contigo, y me dedico a llenar libretas de más frases adolescentes, y rebobino el casette que me grabaste en mi antiguo equipo de música, y vuelvo a escuchar aquella canción que a mitad de estar sonando cambia de ritmo y que me recuerda a ti y a tus estaciones, y empiezan a caer las hojas por la ventana mientras el sol apenas calienta y el relámpago no viene a escena, y la canción alcanza el punto en que la melodía estalla y el cantante grita y yo estallo y yo grito y el Otoño aparece y tú no desapareces porque nunca viniste, porque tú eras de otro planeta y yo tenía los pies en la tierra, y para el amor hay que levantarlos y dejarse llevar.

Comentarios

  1. Patricia... si supieras cuánto resuena en mí esta canción, a diario últimamente...
    "...tú eras de otro planeta y yo tenía los pies en la tierra, y para el amor hay que levantarlos y dejarse llevar." Pufff...
    Eres algo lechuza y algo saturniana también ¿lo sabes? Me has recordado a Verlaine.
    Pero te repito lo de las etapas ;)
    Un abrazo grande con sonrisa. :)

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  2. De hecho mis animales favoritos o con los que más me identifico (en el sentido que uno puede con un ave) son el búho y la lechuza :) Es preciosa la canción de Otoño!!! :)
    Mil gracias por comentarme esto, me alegro y des-alegro de que sientas algo así,todo sentimiento es bonito y apasionado pero...espero al menos que no te duela.
    Un abrazo enorme :) :)

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  3. Hola Patricia!!! gracias por tu visita a mis bolgs!!! Interesante y entretenido tu blog...varias secciones, muy bueno!!! tb te estaré leyendo...besotes

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