Suspiro africano

Caía la tarde y los niños correteaban haciendo ruido por la aldea. A esa hora el calor era pesado y el sudor se pegaba a la piel, pero los pequeños jugaban con las cabras en el corral, las barrigas hinchadas y las moscas entre los ojos. Los animales eran escuálidos pero daban leche y eso ayudaba a la materna. Mamadou ponía un poco de orden en el alboroto cuando los ancianos protestaban chocando las manos y moviéndolas con gestos de disgusto. No era el mayor de sus hermanos pero sí el más sensato, y haciendo honor a su nombre se ganaba el elogio de los viejos, demasiado cansados para siquiera moverse apoyados en la pared de piedra. Esa tarde Mamadou sabía que su padre volvía antes de remover la tierra porque se presentían lluvias para la noche, así que aguardaba impaciente el momento de verle aparecer para ir veloz a la aldea vecina. Allí había una casa donde vendían café y a su Baba le encantaba, aunque fuera muy caro para poder beberlo a menudo. Mamadou juntaba lo que podía y cuando tenía suficiente le traía el café en una pequeña bolsa de plástico, lo mantenía contra su cuerpo para conservar el calor y volvía corriendo a su chabola. El padre siempre se lo agradecía con una sonrisa inmensa mientras le hacía un agujero diminuto a la bolsa y se lo bebía. Eso era para Mamadou la felicidad, el olor a café y los dientes blancos de su padre brillando.

Comentarios

  1. Cuenta un cuento que lo caro no es la felicidad. Un saludo.

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  2. ¿Sabes? Siempre sorprende ver que las personas que no tienen nada, son felices con las pequeñas cosas de la vida. Creo que el tener que sobrevivir siempre los mantiene alejados de la tristeza que en el mundo "desarrollado" conocemos con demasiada frecuencia y en la mayoría de casos sin motivo alguno.

    Tal vez ellos sientan la misma tristeza que nosotros sentimos al verlos cuando nos ven a nostroso con tanto, pero tan vacíos.

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    1. Sí, pienso lo mismo que tú. Tal cual. Ojalá pudiéramos cambiar eso, creo que ya es tarde para el mundo "desarrollado", cuando perdemos lo que tenemos, al haberlo conocido, ya no podríamos tener la misma "filosofía" que los que nunca han tenido nada.

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