Cantos de sirenas malditas

Él también tenía una doble vida.
Como la canción de Joaquín Sabina. Aunque la única infidelidad que cometía era con él mismo. Era infiel a su persona, engañaba a su propio cuerpo, a su mente confundida. Un Ulises de papel en un barco de cristal.

Tenía un único enemigo: él; aunque se obstinaba en verlos en cualquier otro sitio: una noche en un bar, en una chica bonita, en la verdad. Y la verdad no era otra que la que todos compartimos: nadie está solo. Ni siquiera él.
Una vez me di cuenta de ello, y no fue precisamente por algo bueno.
Todos los seres humanos tememos a varias cosas, lo reconozcamos o no. Pero hay algo inherente a nuestra naturaleza, y es la necesidad de compartir vivencias y emociones; nos da pavor la soledad. Pero realmente no deberíamos tenerle miedo, es imposible estar solo. Imposible, que alguien lo intente. Yo he probado muchas veces, pero no se puede escapar. La soledad no existe, siempre hay alguien que piensa mal de ti, que te menciona en una conversación negativa, que se acerca en el momento menos oportuno. Es fácil comprobarlo en esos días negros, cuando sí quieres estar solo, cuando desearías ser nómada en el desierto para no tener que rendir cuentas de tu comportamiento a nadie. Es entonces cuando te das cuenta de que no puedes huir, de que siempre hay personas que te anclan a la compañía… la quieras o no.

Quizá ése era su principal problema, quizá dibujaba su vida con personajes planos que no albergaban sentimientos para que no le traicionaran y no le dejaran solo. Quizá eran planos sus vientres, sus mentes, sus corazones…
Que vida tan triste, ¿no crees? ¿No lo creía él? No.
La VIDA no es eso. La Vida es arriesgarse, caminar y tropezar, y no tener miedo de que tus huellas puedan borrarse con el viento, porque siempre habrá otros que recorrerán el mismo camino que tú y lo marcarán con la insistencia de los siglos, de la vejez humana…
Y es que el ser humano es muy anciano, él debería saberlo. Y los errores y los aciertos se repiten una y otra vez a lo largo de la Historia como olas en la orilla, que siempre borran su rastro al deslizarse sobre la  arena, pero que al marcharse, vuelven a dejarlo. Resaca de agua, nítida y transparente, como deberían ser sus ideas.

¡No lo entiendo! No lo entendí nunca. Odio no entender algo… lo detesto, y esas ideas que en verdad eran turbias y difuminadas me entristecían y enrabietaban.
El héroe puede perder batallas, lo importante es que tenga claro su objetivo. Y para los mortales de a pie como nosotros… el objetivo es vivir. VIVIR. Y detrás escribo un punto, punto y aparte mejor.
VIVIR.

Vivir… vive, vive, ¡carpe diem! Como él siempre me dice… o me decía.
Me mata la gente que da consejos y luego no los sigue, me mata a golpes de palabras. No creo que él quiera matarme, pero lo hace; lo hace porque se hace daño a sí mismo. Y al no escucharme, a mí.

Debería dejar su doble vida, es fácil.
Lo único que tiene que hacer es... justo lo anterior.

Matar.
Punto y aparte.

Matar para Vivir.

Él es su propio enemigo, él escoge a que parte elimina... Es muy fácil.
Ya sabe que si elige la adecuada, mantendrá esa no soledad para siempre, se hará vivir, nos hará vivir, tendrá mi aliento para que le ayude a soplar las velas de su barco perdido como si fueran mías... porque eso es la amistad.
Pero si elige la otra parte de su doble vida, no hay más que hablar. Entonces es Vivir para Matar. Y si cede, y si consiento, y si ataca esa sirena y él no hace oídos sordos a su canto, no podré seguir tapándole las orejas, y él mismo se tapará la boca. Y todo habrá acabado.


Hay barcos condenados a naufragar, y hay otros que se hunden ellos mismos.
Hay barcos con la brújula desorientada, con el timón endeble y el rumbo equivocado.
     Hay barcos oxidados varados en alta mar.
Hay barcos que son arrastrados al fondo del océano por sirenas anoréxicas. 


 
Y luego está tu barco, al que obligo a luchar y a no rendirse aún.
Aguanta, Ulises. Aguanta.


Año 2009

Comentarios

  1. Nunca lo había planteado desde ese prisma, pero es verdad, nadie está solo nunca, queramos o no siempre hay alguien ahí, aunque sea dando por saco. El problema, como bien indicas, principalmente radica en la gente plana, que no aporta nada a tu vida y con la que muchas veces nos empeñamos en relacionarnos. Aunque bueno, tal vez el calificativo "plano" sea algo duro, porque todo el mundo tiene cosas que aportar, pero supongo que cada persona ha de buscar sus "semejantes" que son los únicos que en el fondo darán algo de color a su vida.

    A veces sabemos perfectamente que el problema somos nosotros y no cambiamos ¿por qué? porque es más fácil el lamento automático que el esfuerzo que supone reconocer que hemos perdido y que por ese camino vamos mal. Así que, naturaleza humana idiota e incomprensible elegimos estrellarnos contra el muro.

    Pero para eso están los amigos, para ponerle colchonetas al muro y que la hostia inevitable que se van a dar los que queremos sea menos dolorosa.

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